En el siglo XVIII en España, la fogaza era un pan de harina mal cernida, consumida por gañanes y pastores, que lo cocían en las cenizas del fuego.
Se presenta en forma redonda o alargada y por lo general se suele consumir rebanado y con algún alimento untable (mantequilla, margarina, queso fundido, queso crema, jamon endiablado, paté, dips, etc.).
[8] La hogaza castellonense (fogassa) es un pan que acompaña tradicionalmente las comidas de Castellón, en la Comunidad Valenciana.
[9] La hogaza gallega goza de cierta reputación por su calidad, lo que le ha valido la protección europea IGP.
[10] Se consumía principalmente en las áreas rurales de Galicia, y antiguamente se hacía con harinas de trigo local («trigo del país») y masa sobrante del día anterior (masa madre).
[11] En el dialecto alavés, el término «otana» se usa para denominar cualquier tipo de hogaza local.
[12] Se elabora con harina blanca o morena (integral) molida a la piedra.