[2] Estos altares, producto del sincretismo religioso, guardan todavía una enorme similitud en elementos simbólicos y estéticos con los tlamanalli (del náhuatl tlamana ‘ofrecer’ y -li, sufijo: ‘La Ofrenda’), elaborados por los grupos que aún guardan la tradición de los pueblos originarios.
[3] Dicha conciencia pervivía en el lugar de los muertos, en donde seguía requiriendo alimento, reconocimiento y algunas otras ayudas espirituales que podían ser otorgadas por los vivos para permitirles continuar su existencia inmortal.
[6][7] En diferentes culturas, particularmente entre los mexicas, se creía que existía un proceso para nacer y otro para morir: cuando el alma abandona el cuerpo físico, debe pasar por una serie de pruebas o dimensiones, para llegar al ansiado descanso; mientras que también se asocia con el dogma mexica del Mictlán, aludiendo a que siete niveles representan siete de las 9 etapas del Mictlán.
[15] El incienso es un elemento aromático de origen asiático cada vez más frecuente en los altares cuyo uso empezó a adoptarse desde tiempos de la Nueva España como sustituto común para el copal y otras esencias.
Además se colocan diferentes objetos de tocador y aseo personal para el difunto.
En muchas representaciones de altares suele colocarse una vasija con agua, simbolizando un cenote y la entrada al inframundo.
[cita requerida] Las calaveras son dulces que representan alusiones a la muerte pueden ser de azúcar, chocolate o amaranto y más recientemente tamarindo.
También son una burla hacia la muerte y se les escribe en la frente el nombre del comprador o de una persona viva.
[21] La imagen de La Calavera Garbancera (conocida como «La Catrina»), creada por José Guadalupe Posada, no se relaciona con una función específica del día de muertos, ni con algún atributo específico para honrar a los muertos.
La caricatura fue diseñada como una burla hacia las mujeres que escondían su origen mexicano para reemplazarlo por una apariencia refinada y un chauvinismo europeo.
Debido a la dieta del mexicano promedio, es frecuente ver la cocina criolla nacional como mole, pozole, tacos, tamales etc., presente en muchos altares.
[24] Algunos altares contienen bebidas alcohólicas como tequila, rompope y pulque servidos en recipientes de barro, utilizados para mantener el tradicionalismo.
De igual manera se le podía poner bebidas que no contuviera alcohol, como el chocolate.
Y se puede poner también algunas de sus canciones favoritas ya sea en música o en el disco.
También se coloca una imagen o cromo de las benditas ánimas del purgatorio, para facilitar la salida del difunto, si se encontrara en el purgatorio, debido a no poder alcanzar la gloria (entrada el cielo), según la teología católica quienes han muerto habiendo cometido pecados veniales sin confesar, pero sin haber cometido pecado mortal, deberá expiar sus culpas en el purgatorio.
Se coloca la escultura de un perro o un perro real de la raza Xoloitzcuintle, representando al dios Xólotl, se dice que el perro ayudará a cruzar a las almas el río Itzcuintlán (primera dimensión para llegar al Mictlán, se conoce también en algunos lugares como río de sangre).
El xoloitzcuintle debe ser color bronce y no tener abundancia de pelo.
[26] El poner monedas sobre alguno de los niveles del altar no tiene un significado específico; se relaciona con la cosmovisión griega de sepultar a las personas con monedas bajo la lengua para que al morir, pudieran pagarle a Caronte y ser conducidos por él en su balsa al inframundo.
[28] Así como se colocan artículos de aseo personal, se colocan diversas prendas limpias para que el difunto las lleve puestas al regresar al mundo de los muertos.