[2] Respondiendo a una pregunta de Marco Junio Bruto, define el perfil del orador ideal.
Dotado de una profunda cultura general, debe dominar la expresión (elocutio) en todos los estilos posibles.
Cicerón desarrolla una nueva teoría fundamental para la estética latina, sobre los tres niveles de estilo que debe dominar el orador ideal, los estilos sencillo, mediano o elevado, a aplicar según la importancia del tema del discurso y su objetivo, informar, complacer o sacudir a la audiencia.
[5] Cicerón recuerda los conocimientos generales exigidos al orador ideal: dialéctica (§113-117), ética (§118) y filosofía (§119), derecho e historia (§120), teoría retórica (§121).
La cuestión del ritmo en la prosa es también un punto de controversia entre Cicerón y los neoáticos, que lo acusan de ampuloso (inflatus, tumidus), tendente a repetirse innecesariamente (redundans) y pasando a la desmesura (superfluens), volviéndose demasiado complaciente en equilibrar períodos completos con los mismos ritmos.