El nazismo creó un elaborado sistema de propaganda, el cual aprovechó las tecnologías del siglo XX, incluyendo el cine.
Hasta un tercio de las películas del Tercer Reich recibían tales premios.
Una escuela profesional de gestión estatal para cineastas políticamente confiables (Deutsche Filmakademie Babelsberg) fue encontrada, y la pertenencia a una organización profesional oficial llamada Reichsfilmkammer se hizo obligatoria para todos los actores, cineastas, distribuidores, etc.
La crítica cinematográfica fue prohibida y se estableció un premio al cine nacional.
Todo este conjunto de profesionales dejó una brecha que la industria cinematográfica no iba a poder llenar fácilmente.
[3] La consolidación de la industria del cine fue indudablemente beneficiosa para el gobierno nazi.
Por un lado, una industria de cine poco rentable no necesitaría utilizar la propaganda como requerimiento.
Para la exportación de películas a países extranjeros las compañías especializadas se habían establecido como Cinéma Film AG.
La mayoría de los 5,506 cines que existían en 1939 dentro del llamado Altreich (el "Viejo Reich", es decir, Alemania sin Austria ni los Sudetes) eran pequeñas compañías dirigidas por sus propios dueños.
Juni 1933), el gobierno se vio obligado a prohibir la presentación de películas extranjeras.
Las Juventudes Hitlerianas organizaban programas de cine especiales (Jugendfilmstunden) en los que se mostraban noticieros y propaganda cinematográfica.
Para poder cubrir cualquier remota área rural con shows de cine, el Departamento de la Propaganda Política (Reichspropagandaleitung) operaba 300 camiones y 2 trenes que transportaban todo el equipo necesario para proyectar películas.
En Berlín, por ejemplo, se dispuso la colocación de unidades antiaéreas para proteger los cines locales en 1944.
El ejemplo más conocido es la actriz sueca Zarah Leander, que fue contratada en 1937 por la UFA y se convirtió en la estrella mejor pagada del cine en Alemania en tan solo unos años.
Políticos de alto rango como Hitler, Goebbels y Hermann Göring aparecían en público captados por famosos cineastas alemanes.
En 1944 Joseph Goebbels hizo una lista que enumeraba a los artistas que eran irreemplazables, la Gottbegnadeten-Liste: dicha lista incluía a gente como Arno Breker, Richard Strauss, Herbert von Karajan y Johannes Heesters.
Aunque la mayoría de las estrellas masculinas estuvieron exentas del servicio militar, algunas —como Heinz Rühmann− participaron en la guerra como soldados, habitualmente acompañadas por sus propiosequipos cinematográficos.