Nave industrial

Antes de la Revolución Industrial la economía estaba basada en el trabajo artesanal organizado en gremios.

Estas primeras fábricas podían incluso servir de viviendas para los obreros que trabajaban en ellas.

Debido a esto los edificios industriales que se construían con las estructuras mencionadas estaban limitados a una planta estrecha y alargada, sin contar con una estructura tal como se la concibe en la actualidad (un esqueleto que recoge el peso y lo transmite hasta la cimentación).

Las soluciones arquitectónicas tradicionales no podían satisfacer las crecientes necesidades de la incipiente industria: diafanidad, grandes espacios productivos, mayor iluminación, funcionalidad, etc. Es por eso que surge la arquitectura industrial aportando nuevos tipos estructurales utilizando los avances en siderurgia y técnicas de unión.

Además, las columnas de fundición con cercha metálica permiten que el apoyo del edificio no se realice sobre elementos continuos como un muro de carga, sino sobre elementos lineales como las columnas o pilares.

UU. y comenzó utilizando este material para la construcción de depósitos, silos y estructuras similares, mientras que los avances en nuevos tipos estructurales para estructuras de edificación basados en la utilización del hormigón armado se patentaban.

Es durable y resistente al fuego, siempre que los recubrimientos de las armaduras sean suficientes.

Las estructuras de hormigón prefabricado son relativamente contemporáneas, y uno de sus usos más extendidos está en las naves industriales, especialmente las basadas en pórticos y cerchas, aunque la cimentación suele hacerse siempre in situ.

Estas vigas no pesan y se pueden transportar con facilidad en el proceso de construcción.

Símbolo de nave industrial.
Grabado del interior de un edificio industrial en 1868
Edificio industrial en altura. Boston Manufacturing Company entre 1813-1816.
Nave industrial en construcción con estructura metálica.