El noveno rey del Imperio sasánida, Sapor II, estableció la Academia de Gundeshapur, que pretendía ser tanto una biblioteca como un centro médico y de estudios, similar a los universitarios, donde se estudiarían diversos temas como anatomía, teología, medicina y filosofía.Estos estudiosos migrantes buscaron asilo en Persia, cuyo gobernante garantizó de manera activa su salida del Imperio bizantino y apoyó sus ambiciones académicas.Muhammad había enviado información a varios líderes políticos y sociedades como la persa, la romana y la asiria, que ni hablaban ni entendían árabe, pidiéndoles que considerasen su conversión al islam.Este criterio fue un concepto importante que motivó la expansión de esta religión por todo el mundo.[1] Al mismo tiempo, la élite gobernante de la nueva dinastía intentó adoptar la ideología imperial sasánida, que a su vez estaba influida por el pensamiento griego.Estos factores dieron lugar a una capital más receptiva y activamente interesada en el conocimiento contenido en los textos manuscritos científicos de la Grecia clásica.Durante el gobierno del quinto califa abasí, Harún al-Rashid, se estableció la Casa de la Sabiduría como biblioteca para los numerosos libros que estaban siendo traducidos.[7] Dado que el movimiento estaba en concordancia con la mentalidad islámica, la traducción de materiales al árabe de lenguas diferentes como el persa medio, llegó a ser apoyada por familias importantes como los Barmáquidas.Los árabes empezaban a abordar el conocimiento griego, la mayoría proveniente de los estudiosos que quedaban del periodo bizantino.Durante este periodo, se tradujeron tratados de poética y gramática griega, como la aristotélica, lo que afectó a la posterior poesía árabe.Los califas Omeyas ayudaron enormemente a trasladar las ciencias y las artes, lo que les permitieron fundar un califato duradero.[13] Aquí los estudiantes y profesores podían estudiar nuevo material, formular nuevas ideas y transcribir la literatura por sí mismos, trasladando varios trabajos de todo el mundo al árabe.[14] Al-Mamún envió estudiosos en todas las direcciones del mundo civilizado para traer trabajos científicos y literarios para su traducción.Se cree que el principal traductor del momento, Hunayn ibn Ishaq al-Ibadi, quien era cristiano, tradujo más de cien libros, incluyendo el trabajo “Sobre la anatomía de las venas y las arterias” por Galeno.Galeno, Hipócrates, Platón, Aristóteles, Dioscórides, y Ptolomeo fueron solo algunos de los muchos escritores que tradujo.[7] Todo el mundo quedó impresionado de su talento, especialmente Yūhannā, así que se reconciliaron y colaboraron en varias ocasiones.Hunayn compilaría diferentes libros alrededor de una temática sobre la que estuviera traduciendo, esforzándose por hacer los textos tan claros como fuese posible para los lectores.Debido a sus métodos de traducción, era impecable, y no tardó en hacerse conocido.[17] Tras haber entendido un texto, parafrasearía su propio conocimiento en asirio o árabe, dando lugar a un nuevo manuscrito.[19] No era extraño encontrar traductores árabes que añadían sus propios pensamientos e ideas en la traducción.[20] Al-Kindi usaba los textos griegos como borradores sobre los cuales él corregía las debilidades y completaba lo que habían dejado a medias.El Almagest fue criticado durante muchas generaciones por la modificación que los astrónomos árabes introdujeron.Las modificaciones fueron hechas en base al pensamiento griego, principalmente el proveniente de Aristóteles.Cuando se discutía sobre el desarrollo de la ciencia árabe, la herencia griega es un área importante.Durante el Renacimiento, los humanistas propusieron eliminar las traducciones árabes de la tradición clásica y revisitar los textos griegos originales.
El pueblo jurando lealtad al nuevo califa abasí al Mamún
Manuscrito de una traducción al árabe de De materia medica de Dioscórides