Está situado en la parte alta de la localidad, junto a las copiosas fuentes que sirvieron para regar sus huertas.
El núcleo del edificio monacal, originario del siglo XII con sucesivas ampliaciones, está compuesto por iglesia, capilla de los fundadores y sala capitular situados en torno al claustro, que se conservan sin uso religioso, pues las monjas se trasladaron a Aranda de Duero no hace muchos años.
Actualmente es propiedad particular, albergando una posada rural, una quesería artesanal y una residencia de la tercera edad.
Para liberarla del patronato de la familia, se consiguió que Alfonso VIII la recibiese bajo su autoridad y amparo; igualmente, en 1199, se obtuvieron de la Santa Sede la bula de aprobación del monasterio, por las que quedaba bajo la protección y defensa del Papa, con todas las prerrogativas que esta protección llevaba consigo, y otras varias, las cuales conferían al monasterio una exención del obispo diocesano, a la sazón el de Burgos.
La iluminación está resuelta mediante vanos apuntados y aspillados al exterior en cada paño del ábside y tres vanos rectangulares en el segundo tramo de la nave.