Mitología guaraní

El guaraní no se escribía hasta la llegada de los misioneros jesuitas, quienes desarrollaron una grafía y estandarizaron una gramática para esta lengua.

Los guaraníes creían que al principio de los tiempos existía el caos, formado por la neblina primigenia (Tatachina) y los vientos originarios.

Los compañeros de Ñamandu, con sus respectivas esposas, fueron creados sin ombligos, por no ser engendrados por ninguna mujer.

Para asegurar que los vientos originarios no la movieran, la sostuvo con cinco palmeras sagradas (pindo): una en el centro y las otras cuatro en cada extremo.

Los hombres, animales y plantas que habitan este mundo no son sino un mero reflejo de aquellos creados originariamente por Ñamandu.

Ñamandu se encuentra con Ñanderu Mba'ekuaa (Nuestro Padre Sabio) y le propone buscar a la mujer.

Al enterarse Ñamandu del "adulterio" de su mujer, recoge sus cosas y se marcha a su morada celestial.

Sin embargo estos, por ser divinos, sobreviven y son criados por la abuela de los jaguaretés.

Los sobrevivientes del diluvio pasan a habitar esta tierra donde ahora existe la enfermedad, los dolores y los sufrimientos.

Los mitos orales guaraníes hablan de una tercera reconstrucción que será sin imperfecciones.

La primera raza así creada serían los guaraníes, de quienes se originarían los demás pueblos.

Juntos tuvieron siete hijos, que fueron malditos por la gran diosa Arasy y todos, excepto uno, nacieron como monstruos horribles.

Así, en muchas regiones los dioses menores han caído en el olvido mientras que las leyendas de estos siete monstruos se mantienen vivas incluso en los tiempos modernos.

La preparación por los guaraníes del Ka'u'y, una bebida embriagante.
Taú y Keraná.