Mitología aragonesa

El proceso de recuperación y normalización en los últimos años del idioma aragonés ha permitido también que muchos de los personajes mitológicos se hayan identificado con sus nombres propios: Ome Granizo, Marigüena, Fada, Laina, Muller d'Augua, Bruxa, Cazataire Malaito, Basajarau, Encante, Lacuerco, Menuto y tantos otros vocablos que dan personalidad a gigantes, diosas, dioses, hadas, lamias, brujas, duendes, etc. [1]​ [2]​

También llamado Boc, Boch, Boque, Bosc, Box, Crabon o Cabrón.

Se le representa como guardián de los bosques, los prados y los animales.

El Buco solía ser invocado por las bruxas y el lugar donde se hacía el ritual era un prado, conocido como Lanna del Boc.

Las bruxas hacían ofrendas huevos y pan al Buco, con el fin de que estos bienes no falten en las casas.

Las brujas, que reciben diferentes denominaciones a lo largo de todo Aragón, como bruxas o broxas y bruxos o brujones para la parte masculina, han tenido especial relevancia a lo largo de toda la historia y en la mitología aragonesa.

En Aragón, era común el brujón o bruja individual, no participando en ritos colectivos.

Las más frecuentes han sido: curar enfermedades, muerte, posesión demoniaca, encortar, metamórfosis en determinados animales, daños en los campos, plagas, sequías y pedrisco.

Se le atribuían propiedades por el mero hecho de su misterioso contenido y la gente aseguraba que si se intentaba quemar o destruir el libro, este desaparecía o repelía las llamas.

Todo esto son las Lannas del Boc y para ir allí, se utilizaban ungüentos y conjuros como los siguientes:[4]​ “Pie sobre la hoja así la lande de bouc bien me acoja” Son los antiguos pobladores del Pirineo, gigantes relacionados con las propias montañas, protagonistas de antiguas leyendas.

Representación de La Buena Mari .
Macho cabrío negro del Pirineo .
Cima del Aneto , donde habita el Ome granizo de mismo nombre.