El nombre de Biescas parece provenir del vocablo preindoeuropeo bizka, significando «altozano» o «colina», semejante a otros topónimos de lugares cercanos como Bescós o Biscarrués.
Es en la Edad Media cuando Biescas, dada su situación estratégica como cruce de caminos, empezó a formarse como tal.
Biescas se asienta sobre suelos aluviales y pardo-calizos forestales que permiten tanto una agricultura tradicional como la explotación maderera de montes comunales.
Aunque históricamente la población se ha dedicado a la agricultura, la ganadería y la artesanía, hoy en día Biescas constituye un importante centro turístico, tanto en verano como en invierno.
El templo románico constaba de tres naves, una central y dos laterales, éstas con capillas.
La cabecera de la nave central todavía conserva un ábside semicircular y presbiterio.
Este es un paraje muy bello, sacralizado desde el Neolítico, como lo demuestra el dolmen que se yergue en la pradera.
También en época romana el lugar continuó siendo centro de culto a las ninfas.
La ermita está construida junto a una fuente intermitente, La Gloriosa, y empotrada su cabecera en una cueva.
Por otra parte, en Biescas se pueden observar buenos ejemplos de arquitectura popular, sobresaliendo sus voladas balconadas y sus chimeneas troncocónicas, siendo este un elemento muy característico de las construcciones tradicionales del pirineo aragonés.
A algunas de ellas se les añade un peculiar elemento protector conocido como «espantabrujas», como en la Casa Pepe Estaún, en cuyo interior existe un centro de interpretación sobre esta tipología defensiva en la comarca.
Una atractiva exposición de carteles ilustrativos, maquetas, objetos y medios audiovisuales, permite retroceder hasta el siglo XVI.