Misterianismo

El misterianismo (o neomisterianismo) es una tesis metafísica y epistemológica defendida hoy principalmente por el filósofo Colin McGinn, quien sostiene que parte de la realidad necesariamente escapa a nuestra comprensión porque las capacidades cognitivas de nuestra especie son naturalmente limitadas.

Esta versión del misterianismo ha estado representada desde el siglo XIX por científicos como T. H. Huxley,[2]​ John Tyndall y Emil du Bois-Reymond,[3]​ pero tiene raíces históricas más profundas.

En el centro de esta visión se encuentra la idea primero defendida por Chomsky y luego desarrollada por McGinn de «cierre cognitivo»: el acceso a toda una parte del mundo quedaría definitivamente cerrado a determinados sistemas cognitivos.

Más que pretender aportar una solución teórica al problema de la conciencia, propone una solución terapéutica: aliviarnos del malestar intelectual en el que nos encontramos ante un fenómeno cuya naturaleza se nos escapa explicando el porqué de esta situación.

Por tanto, nuestra comprensión de la consciencia se limita a ciertos aspectos que no nos permiten captar su esencia.

Incluso si todavía podemos esperar razonablemente una explicación de la mente en términos de relaciones entre diferentes estados mentales conscientes o no conscientes, entre creencias y deseos por ejemplo, no parece razonable, en cambio, esperar una explicación satisfactoria del aspecto propiamente fenoménico de la conciencia, un aspecto que consiste en ciertas experiencias cualitativas, en un cierto «qué se siente» percibir colores o sentir dolor, por ejemplo.

Pero esta primera justificación es sólo inductiva, porque generaliza, quizás de forma abusiva, una observación del fracaso.

No existe una tercera vía que nos permita acceder tanto a la consciencia como al cerebro.

Por lo tanto, nuestro sistema cognitivo no puede producir un concepto que nos permita conectar conceptualmente aspectos subjetivos y objetivos de la mente, aspectos que corresponden respectivamente a los estados de conciencia y los estados del cerebro.

[6]​ En su opinión, esta tesis excesivamente pesimista se basa en una concepción errónea de la relación entre un problema teórico y su correspondiente solución.

Emil du Bois-Reymond enumeró siete enigmas que, según él, la ciencia no puede responder, como la cuestión del origen de la vida o la de la naturaleza de las sensaciones subjetivas.
Noam Chomsky (aquí en 1977) ha defendido la idea de limitación cognitiva: nuestras estructuras mentales resultantes de la evolución han sido seleccionadas para resolver problemas técnicos cotidianos, no para responder a grandes problemas metafísicos.
Según McGinn , por muy exhaustiva que sea nuestra investigación del cerebro, allí sólo podremos observar procesos físicos. Una experiencia subjetiva, como tal, nunca es «visible» en un escáner.