También hizo lo propio con 200 más, hijos de mujeres judías perseguidas por el nazismo, durante la Segunda Guerra Mundial.
Fueron situados sobre la misma playa, y la zona se cercó con alambre de espino.
La situación se tornó caótica: no había campamentos de barracas, letrinas, cocina, enfermería ni siquiera electricidad, y comenzaron a multiplicarse los casos de disentería.
La mortalidad de los recién nacidos en los campos franceses superaba el 90 %.
[3] El centro utilizaba para los suministros los corredores sanitarios de la Cruz Roja Internacional.
Además, la escuela de enfermería suiza enviaba dos o tres profesionales cada seis meses.
También había otras con los nombres de Suiza, Polonia, Marruecos y París.
[4] Debido a las dificultades, la asociación se fusionó con la Cruz Roja en enero de 1942.
Desde el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la maternidad comenzó también a acoger a madres judías que huían de la persecución nazi.
La historiadora Assumpta Montellà escribió en 2006 el libro La maternidad de Elna.
En 2008 se publicó Femmes en exil, meres des camps (Mujeres en el exilio, madres de los campos), de Tristan Castanier i Palau, con el subtítulo Elisabeth Eidenbenz et la maternité suisse d'Elne, originalmente en francés.