Marthe Bibesco

En su presentación en sociedad en 1900, conoció a Fernando I de Rumania, con quien mantuvo una relación secreta de un año, más tarde se casó con George Valentin Bibescu (Bibesco), con quien tuvo una hija, Valentina, y mantuvo un matrimonio abierto al no poder concedérseles el divorcio.

Marthe pasó su infancia en las fincas familiares de los Lahovary en Baloteşti y en Biarritz.

Una vieja campesina, Baba Uţa [Outza], se encargó de que también estuviera versada en las tradiciones y cuentos tradicionales rumanos.

Mientras tanto, su marido, George, se entretenía con coches rápidos y otras mujeres, pero incrementando la fortuna de la familia al mismo tiempo.

Se convirtió en el núcleo de la Belle Epoque en París, moviéndose fácilmente entre las élites del poder literario, aristocrático y político.

De vuelta en Bucarest, en 1908, Marthe fue presentada al príncipe heredero alemán, Wilhelm.

Entre la nobleza europea, el divorcio era la muerte social, por ello Marthe y George continuaban en lo que a veces era en realidad una asociación de apoyo mutuo, persiguiendo sus propios intereses.

En mayo, regresó a su país para saludar al emperador ruso Nicolás II y su familia, que visitaban el país después de ser invitados por la princesa María, esposa del príncipe Fernando.

En marzo de 1915, Marthe conoció a Christopher Thomson, el agregado militar británico, en una velada del Palacio Real.

Se escribían regularmente, y ella le dedicó cuatro libros indicándole por sus iniciales "C.B.T."

Más tarde fue un par laborista, y Secretario de Estado del Aire.

Durante la mayor parte de su vida, escribió todas las mañanas hasta la hora del almuerzo: solo sus diarios llenaban 65 volúmenes.

Para los Bibesco la vida después de la guerra era más cosmopolita que rumana.

Una vez más en Londres, conoció a Winston Churchill en 1920, iniciando una cálida amistad que duraría hasta su muerte en 1965.

Cada nuevo libro suyo que apareció –Le perroquet vert (1923), Catalina-París (1927), Au bal avec Marcel Proust (1928)– era aclamado.

Marthe gravitó hacia el poder político más que cualquier otra cosa.

El primer ministro del Reino Unido, Ramsay MacDonald, la encontró fascinante.