[1] Siguió la carrera militar y llegó hasta el rango de coronel.
El Estado peruano pagó dos millones de pesos, precio demasiado elevado.
Se trataba de buques ya usados, diseñados para la navegación fluvial, no para la marítima y que al llegar a las costas peruanas resultaron inservibles, siendo destinados como baterías flotantes o pontones.
[6] Una comisión del Congreso de los Estados Unidos investigó el asunto, descubriendo irregularidades en la venta;[7] se descubrió también que la Swift, que había adquirido los dos buques de la marina estadounidense por 755 000 pesos, había ganado 1 245 000 pesos en la transacción.
Y que en su afán codicioso de apoderarse de un tesoro prehispánico, profanó la tumba de un antiguo cacique situada en una gruta, pero ocurrió entonces un devastador terremoto, que los supersticiosos pobladores atribuyeron a la furia sobrenatural.