Lépido

Marco Emilio Lépido[a]​(en latín, Marcus Aemilius Lepidus; 89 a. C.- 13 o 12 a. C.) fue un general y estadista romano que formó el Segundo Triunvirato junto con Augusto y Marco Antonio durante los años finales de la República romana.

[1]​ Si bien fue un capaz comandante militar y demostró ser un partidario útil de César, Lépido ha sido siempre descrito como el miembro menos influyente del Triunvirato.

Si bien algunos académicos han respaldado esta perspectiva, otros afirman que la evidencia es insuficiente para descartar los efectos distorsionantes de la propaganda lanzada por sus opositores, en particular Cicerón y, luego, Augusto.

Lépido nació en una familia patricia romana en el siglo I a. C. Su padre, cónsul del año 78 a. C., se llamaba igual que él, Marco Emilio Lépido —algo muy común en la Antigua Roma— y había formado parte de una rebelión contra la República, por lo que fue asesinado.

Como los cónsules en ejercicio habían huido con Pompeyo a Grecia, Lépido era el magistrado de más alto rango que quedaba en Italia.

Puso concordia entre el procónsul Quinto Casio Longino de la Hispania Ulterior y su cuestor M. Marcelo que se hacían la guerra, y logró el título de Imperator sin haber entrado en combate.

[4]​ Los conspiradores en un momento dado habían planeado también matarlo junto con Marco Antonio, pero finalmente este proyecto fue descartado.

Lépido salió del edificio del Senado con otros fieles de César, y después de mantenerse oculto por algunas horas, se reunió con las tropas que preparaba para ir a sus provincias y parecía que tenía el poder supremo a su alcance.

La noche del día 15 ocupó el foro y al día 16 hizo una proclama contra los asesinos; Antonio le desaconsejó recurrir a la violencia y en las negociaciones que siguieron con la aristocracia, Lépido compartió las posiciones de Marco Antonio.

No mucho después de estos hechos, Marco Antonio y el Senado rompieron relaciones.

Por otra parte, el sobrino de César, Octavio apareció en Roma ese mismo año y, después de obtener un ejército con el apoyo del Senado romano, partió a combatir a Marco Antonio.

Al año siguiente, 36 a. C., Octavio lo llamó a Sicilia para ayudarle en la guerra contra Sexto Pompeyo.

Este intento audaz fracasó, y Octavio se vio obligado a retirarse con una herida en el pecho.

Octavio le ordenó vivir en Circeii bajo estricta vigilancia; su fortuna privada no fue tocada y conservó la dignidad de Pontífice Máximo.