María Teresa León
Además, fue una mujer feminista comprometida con el conflictivo tiempo en que le tocó vivir, enfrentándose a críticas y convenciones sociales.Se educó en un ambiente culto e ilustrado, que la marcó y definió durante el resto de su vida, .[1] María Teresa León tuvo dificultades por su interés en proseguir los estudios más allá de los estipulados catorce años.Es en este momento cuando la Junta para la Ampliación de Estudios pensionó a María Teresa León para estudiar el movimiento teatral europeo y comenzaron a viajar por Berlín, la Unión Soviética, Dinamarca, Noruega, Bélgica y Holanda; por lo que comenzaron su periplo europeo.Participó en la fundación, junto con Rafael Alberti, de la revista Octubre, en la que publicó su obra Huelga en el puerto (1933).Junto con Rafael Alberti, fundó la revista El Mono Azul, que Teresa León utilizó especialmente para desarrollar una intensa agitación cultural y literaria en los frentes de batalla y por la salvación del patrimonio nacional en sus artículos.[7] Sus vivencias en el Madrid bélico fueron reflejadas más tarde con gran intensidad en dos novelas: Contra viento y marea y Juego limpio, esta última de gran carga dramática, cruda e intensa, con importantes notas autobiográficas en la que narra el día a día de un grupo de actores.Alberti no aceptó la enfermedad de su mujer y la abandonó para irse a Roma.[15][18] Está enterrada en el cementerio de Majadahonda, en una tumba en la que «nunca faltan flores» y donde hay como epitafio un verso de Alberti: «Esta mañana, amor, tenemos veinte años».[15] Aunque María Teresa León nunca escribió poesía, se observa en la mayoría de su producción literaria cierto tono lírico, llegando a utilizar, en muchas ocasiones, la prosa poética.En cuanto a su temática, lo que más sobresale en su obra es el sentimiento de desarraigo provocado por un exilio forzoso.[19] En cuanto a sus cuentos, se observa una maduración y perfeccionamiento de la técnica que va, desde la colección Cuentos para soñar, donde se advierte cierta imaginación furtiva e ingenuidad infantil, hasta Cuentos de la España actual, antología en la que encontramos relatos de crítica contra la sociedad burguesa, en los que los personajes toman conciencia revolucionaria.[19] Con relación a su creación ensayística, destacamos los escritos La historia tiene la palabra y Sonríe China, ambos publicados en Buenos Aires.En cuanto al segundo texto, constituye una obra ecléctica cargada de impresiones, recuerdos, poemas, dibujos, anécdotas que Rafael Alberti y María Teresa León, junto con su hija Aitana, vivieron durante un viaje por la República Popular China en 1957.En ella, María Teresa León intercala la evocación de hechos, recuerdos, experiencias y personajes con la expresión de sentimientos personales que conducen al lector hasta su mundo más profundo e íntimo.Un año más tarde, se publicó en Madrid la última biografía novelada de la autora, Cervantes, el soldado que nos enseñó a hablar, donde la autora (al igual que en sus anteriores biografías) conjuga los datos históricos con la recreación e invención.En el caso de León, su lucha se basó en la aproximación del teatro a los sectores más populares, llegando, una vez iniciada la guerra, a aprovecharlo como vehículo de expresión política.[20] Asimismo, María Teresa León fue vicepresidenta segunda del Consejo Central del Teatro (organismo creado por el gobierno republicano para organizar y difundir estas experiencias teatrales, persiguiendo la idea de crear un Teatro Nacional), junto con Antonio Machado (vicepresidente primero) o Max Aub (secretario).Por otro lado, León también se vinculó con la compañía itinerante conocida como las “Guerrillas del Teatro del Ejército del Centro”, que perseguía la idea de un “teatro de urgencia” que sirviera para educar tanto a los soldados como al proletariado, convirtiéndose en un instrumento propagandístico que sumara fuerzas al frente.[19] La actividad dramática de María Teresa León estuvo muy vinculada a aquella nueva expresión artística, tan asombrosamente mágica para el público de principios del siglo XX, que ha ido cogiendo peso hasta el absoluto poder que tiene en nuestra actualidad: lo que comúnmente conocemos como “El séptimo arte”.Además, durante la representación, se incluyeron en escena proyecciones cinematográficas, a cargo del escenógrafo Santiago Ontañón.[22] No obstante, es durante su exilio en Argentina donde la autora experimenta su mayor actividad cinematográfica.En 1943, en colaboración con su marido, Rafael Alberti, la escritora elabora el guion Los ojos más lindos del mundo para la película del director argentino Luis Saslavsky, basada en la obra dramática de Jean Sarment.[22] Gran parte del equipo técnico que participó en la realización de la película estaba compuesto por exiliados españoles, como el pintor Gori Muñoz, el músico Julián Bautista o los actores Enrique Diosdado, Helena Cortesina, Andrés Mejuto y Ernesto Vilches.La autora se basaría en este guion para escribir, apenas unos meses más tarde, su biografía novelada El amor de Gustavo Adolfo Bécquer.A pesar de haber estado durante mucho tiempo consideradas como "biografías noveladas", poco a poco se va demostrando que se tratan de "biografías modernas", o "nuevas biografías", según los aspectos teóricos de que se vienen trabajando en las universidades españolas en los últimos 23 años.