[3] Como hermana lega o conversa fue destinada en primer lugar a la cocina, pero pronto aparecieron problemas de salud, que solo mejoraba cuando no asistía a dichas tareas.
El Señor Almirante la vio allá mientras luchaban, y se consoló al saberse asistido y amparado por esta santa Madre, por el grande crédito que tenía de su santidad».
Además de confirmar de este modo lo afirmado por Higuera en relación con el episcopado segoviano, con otros muchos detalles, incluida una descripción del aspecto físico del santo, la revelación agregaba la condición de mártir y lo más interesante: que su cuerpo se encontraba enterrado en Segovia —la cabeza había sido hallada ya en otro monasterio cisterciense, el de Sandoval, estando presente Bivar—.
Hasta la llegada a la sede segoviana del obispo Diego Escolano y Ledesma era poco el caso que los obispos de Segovia habían hecho de san Jeroteo, resistiéndose a concederle el rezo que reclamaban sus partidarios.
[24] Mediado el mes de agosto se optó por demoler la iglesia, que con las excavaciones ya amenazaba ruina.
Un dominico, Juan Navamuel, aprovechó para reivindicar a su orden, escribiendo que al llegarle noticia del suceso al rey Carlos II amonestó al prelado «que le havía embiado a Segovia, no para destruir, sino para edificar la Iglesia».
[25] Si ello no es cierto, sí lo es que el reproche le llegó del Consejo de Castilla, pero las excavaciones prosiguieron todavía algún tiempo, sin obtener ningún otro resultado.