Máximo Santos

Santos alegó sus servicios en el Batallón Sosa y que los ascensos se le habían conferido en campaña por los generales Borges, Suárez y Enrique Castro, en su servicio combatiendo la revolución de Timoteo Aparicio.Vidal fue elegido senador por Flores en 1885 y, en 1886, presidente de la República (elección indirecta).La continuidad de Santos había sido preparada sin pudores entre este y Vidal.En Buenos Aires se creó una "Junta Revolucionaria" con representantes de los tres partidos.Los revolucionarios fueron aplastados por las fuerzas gubernamentales leales a Santos al mando de Máximo Tajes.[2]​ En oposición al coloradismo santista, en 1880 se creó el Partido Constitucional, una expresión "principista" que, integrada por antiguos miembros del Partido Radical, nacionalistas y colorados, asumía como principal misión generar un polo civilista en oposición no solo al régimen, sino también a los sectores tradicionalistas o "candomberos" de las divisas tradicionales que se habían convertido en los apoyos políticos de Latorre y Santos, respectivamente.[2]​ Recién en 1886 los sectores principistas que habían estado circunstancialmente enfrentados a comienzos de la década con motivo de la fundación del Partido Constitucional se reunificaron para hacer frente al santismo, y conformaron la coalición que llevó a cabo el alzamiento conocido como la Revolución del Quebracho[2]​.Cuando giró la cara hacia su derecha, para saludar a su amigo Tulio Freire (creador, entre otras cosas, de la banda presidencial), el joven teniente Gregorio Ortiz se acercó por el otro lado y le disparó un balazo en la cara, a quemarropa.Uno de los guardias personales del presidente fue a perseguirlo, pero tropezó en su sable y cayó al suelo.Cuando intentó regresar, en 1887, un decreto firmado por su examigo Tajes le impidió desembarcar y lo desterró, con el pretexto de que su vida corría peligro.[3]​ A Máximo Santos le gustaba la buena vida y el lujo espectacular, que fueron características de su gobierno.[6]​ Su principal opositor fue José Batlle y Ordóñez, quien a través del diario El Día se encargó de destacar insistentemente todos los aspectos negativos de Santos (durante sus mandatos y posteriormente).
Máximo Santos en 1875.