[6] Sintió una vocación temprana por el sacerdocio y una inclinación por la lectura de la Biblia, lo que no era usual en los años previos al Concilio Vaticano II.
[7] Inicialmente desarrolló su ministerio pastoral en parroquias de Buenos Aires, y más tarde se trasladó a Jerusalén para su especialización en estudios bíblicos.
[8] A su retorno a Buenos Aires fue destinado exclusivamente para la enseñanza, primero en el Seminario arquidiocesano y luego en la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina.
[11] Fue el primer director del Departamento de Sagrada Escritura en la Universidad Católica Argentina.
[15] Se trata de un proyecto del CELAM que busca facilitar la pastoral con una traducción actualizada hecha por especialistas latinoamericanos.
Citando al padre Marie-Joseph Lagrange, fundador de la Escuela bíblica y arqueológica francesa de Jerusalén, Mejía se dirigió a Rivas con la frase «Mis alumnos se han convertido en mis maestros».