Ya viudo, contrajo segundas nupcias con doña Estela Lugones, con quien no tuvo descendencia.
Esta experiencia en el campo de batalla le permitió elaborar su tesis doctoral, la cual se tituló Enfermedades reinantes en la campaña del Paraguay.
Durante la epidemia de fiebre amarilla que azotó Buenos Aires en 1871, del Castillo dirigió el lazareto en la ciudad.
Con el Dr. Rafael Herrera Vegas intervino a la niña Lola Paredes, abriendo el pulmón izquierdo debajo de la punta del corazón.
También operó a su amigo, el general Emilio Mitre, quien sufría de un aneurisma en la arteria ilíaca externa.