No quedan arcos largos anteriores al siglo XV y nada más que 130 desde el Renacimiento.
Teniendo como objetivo a una masa grande con una distancia determinada podían prolongar su alcance notablemente.
Actualmente el arco no se puede comparar con un rifle, que utilizado por un tirador experto puede acertar un blanco a más de quinientos metros.
Por término medio un arquero de tiro largo podía disparar hasta doce flechas en un minuto.
Un arma que se asemejaba a un arco largo ha sido descubierta por arqueólogos en Escandinavia, fechada a partir del período Mesolítico, hecha de madera de olmo, encontrada en el pantano Holmegaard, en Dinamarca (aunque durante el período medieval los escandinavos se caracterizasen por el uso eficaz del arco corto).
Los ingleses se dieron cuenta rápidamente del impacto que el arco largo podía producir en el campo de batalla.
Los arcos largos permanecieron en uso hasta alrededor del siglo XVI, cuando los avances en las armas de fuego hicieron de las armas con pólvora un factor significativo en la guerra, y unidades como los arcabuceros y granaderos comenzaron a aparecer.
Antes de la guerra civil inglesa, un folleto titulado The Double-Armed Man abogaba para que se entrenase a los soldados en el arco largo y la pica, el consejo no fue seguido por casi nadie exceptuando algunas milicias de las ciudades.
Los arqueros de tiro largo habían seguido siendo una característica del Royalist Army, pero no fueron usados en los Roundheads.
Debido a su entrenamiento especializado, los arqueros ingleses fueron buscados como mercenarios para otros países europeos, sobre todo en ciudades estado italianas y en España.
Por ejemplo, las flechas con las puntas finas y agudas sesgadas fueron utilizadas para perforar las cotas de malla, rompiendo un anillo y por lo tanto haciendo estallar un agujero enorme en la armadura mientras que la fuerza del impacto golpeaba los otros anillos fuera de su lugar.
El príncipe Hal (posteriormente Enrique V) fue herido en la cara por una flecha en la batalla de Shrewsbury (1403).
Flechas con cabezal amplio dejan extensos cortes cuando perforan la carne, causando una rápida pérdida de sangre.
Una flecha bien disparada que atraviese a un ciervo por ambos pulmones o al corazón lo mataría en segundos.
Pero incluso una flecha con el cabezal amplio, aunque no atravesase los órganos vitales podría hacer que el animal se desangrara y muriera relativamente rápido.
Por consiguiente, eran a menudo desplegados detrás de barricadas, como estacas y postes clavados en la tierra.
Esta práctica desalentó las tácticas de batalla ofensiva, porque el arco largo era más eficaz cuando el ejército atacante cargaba.