[3][4] En esta época, se movía en círculos izquierdistas en compañía de amigos como Jaume Anton Aiguadé, Josep Maria Lladó, Joan Sales, Llibert Estartús, Heribert Barrera o Hèctor Gally (que posteriormente se casaría con su hermana Maria).
La enfermedad se manifestaba habitualmente antes de que el paciente cumpliese los 25 años.
[10] En enero de 1936, su madre y su hermana volvieron a Barcelona, pero Lluïset fue internado en el Instituto Pedro Mata.
[12][13] Tras la llegada de Lluís Companys a Francia, en febrero de 1939, el presidente se asentó en París, donde pudo mantener un contacto regular con su hijo ingresado en L'Abbaye, el cual había experimentado una sensible mejoría.
Claro, no recuerda bien las cosas, pasa periodos más oscuros, pero tranquilo, hasta contento y sin crisis agudas.
Incapaz de hablar y sin documentación, fue inicialmente confundido con un soldado desertor y finalmente ingresado en un psiquiátrico de Limoges,[7] una ciudad que tras el armisticio, quedaría en la zona no ocupada por los alemanes.
Fue la desaparición de su hijo lo que hizo que el presidente de la Generalitat renunciara a trasladarse a México, donde se encontraba su hija Maria desde el año anterior.
Por ejemplo, el lehendakari José Antonio Aguirre, que regresó a España para acompañar a Companys en su paso de la frontera hacia el exilio, narró la impresión que le había causado la preocupación del presidente catalán por su hijo.
Para tranquilizarle, poco antes de morir, su hermana Ramona le dijo que habían encontrado a su hijo, aunque no era cierto.
Cruzaron la línea de demarcación por Moulins, donde el doctor Anguera, su esposa, y Joan Tauler, secretario del presidente Companys, les estaban esperando.
Carme Ballester, que se había trasladado a vivir a París para estar cerca del enfermo, pagaba sus cuidados gracias al subsidio de la JARE, por lo que cuando estos se terminaron, hubo de ponerse a trabajar para poder seguir manteniendo la atención médica de Lluïset.
[25] Carme Ballester se ocupó de Lluïset durante esos años, «con una abnegación ejemplar».
[27] Sin embargo, Enric Vila señala, basándose en las numerosas cartas sin respuesta que Carme Ballester le envió a Maria Companys,[nota 2][28] que la madre y la hermana de Lluïset no se preocuparon en absoluto de él y que fue Carme Ballester quien, afrontando grandes penalidades, hizo todo lo posible por ocuparse del joven.