Y ya no duró mucho tiempo, porque se hizo odioso a ojos de todos los inmortales dioses».
En su demencia, creyendo podar un sarmiento, mató a su hijo Driante golpeándolo con un hacha, y después de mutilarlo recobró la razón.
Como la tierra se hiciese estéril, el dios vaticinó que volvería a dar fruto si Licurgo moría.
Cuando negó que Líbero fuera un dios, y habiendo bebido vino, en su ebriedad intentó forzar a su propia madre.
Líbero arrojó al propio Licurgo a sus panteras en Ródope, una montaña de Tracia, sobre la cual reinaba.