Los sátiros (en griego Σάτυροι, Satyroi) son criaturas masculinas —las satiresas son una invención posterior de los poetas— que en la mitología griega acompañaban a dioses similares, como Pan, Sileno y Dioniso, vagando por bosques y montañas.
Los sátiros, relacionados con las ménades, forman el «cortejo dionisíaco» que acompaña al dios Dioniso.
[5] Babis, según Plutarco, era un hermano de Marsias, y también se enfrentó a Apolo, compitiendo con un aulós.
Acudió asimismo Gemón, y el audaz Licón con sus armas, Fereo («feral»), amante de los juegos, seguía al sonriente Petreo («pedregoso»), mientras que el montés Lamis tenía como camarada de viaje a Lenobio.
[9] Algunos nombres de sátiros sólo figuran en vasijas, como Bábaco, Bríaco, Ditirambo, Demón, Dromis, Ecón, Hedieno («vino dulce»), Hibris («insolencia»), Hedimeles, («canto dulce»), Como («festivo»), Ciso («hiedra»), Molco, Eno («vino»), Orímaco, Simo («nariz respingona»), Terpón y Tirbas («huida»).
[11] En el Renacimiento, siguieron apareciendo sátiros como híbridos de humano y cabra, pero se suavizó su aspecto negativo, volvieron a ser símbolos de la naturaleza salvaje y se mezcló su carácter erótico con su faceta festiva.
La presencia de los sátiros infantiles en el arte clásico, como la antigua cerámica griega es simplemente una elección estética por parte del artista.
También hay una representación victoriana que muestra a un bebé sátiro sentado al lado de un barril.
También hay muchas obras del período rococó que muestran a niños sátiros participando en celebraciones dionisíacas.
En la pintura de Jean Raoux (1677-1735) "Mademoiselle Prévost como Bacante", aparece un niño sátiro tocando un tambor, mientras la Sra.
En la mitología hebrea existen los sh'lrlm ("peludos"), una especie de demonio o ser sobrenatural que habita en los desiertos, y a los que se alude en el Levítico como receptores de sacrificios, y posiblemente relacionados con la simbología del chivo expiatorio.
En la Biblia estos seres son traducidos como diablos, aunque en la traducción inglesa del Rey Jaime se les atribuye el término "satyr" (sátiro).
En el siglo XVII, las leyendas de los sátiros se asociaron con las historias del orangután, un gran simio que habitaba Insulindia.
En aquella época en occidente algunos eruditos consideraron que estas leyendas se referían a la presencia de sátiros en la zona.