[3] El enunciado del decálogo, recogido por Diógenes Laercio (quien cita como su fuente a Apolodoro), es:
Esa fuente presenta estas máximas no como nomos νόμος (ley), pues no son leyes normativas de ninguna polis; ni como preceptos religiosos (la religión griega carece de dogmas), sino como "consejos" que "daba a los hombres" (Τοῖς τε ἀνθρώποις συνεβούλευσεν).
En la traducción española (del siglo XVIII) parece haberse omitido la segunda máxima: Μὴ ψεύδου ("no mientas").
En cuanto a la tercera (segunda en la traducción española -"piensa en acciones ilustres"-), y que en el original griego es Τὰ σπουδαῖα μελέτα, la traducción francesa es "aplícate a cosas útiles" (appliquez-vous à des choses utiles)[7] y la inglesa "persigue objetivos dignos" (pursue worthy aims).
Walter Burkert indica que desde Licurgo de Atenas (muerto en 324 a. C.), quien sostenía que "es el juramento el que mantiene unida la democracia", la religión, la moralidad y la organización política habían estado vinculadas por el juramento, y el juramento y su prerrequisito, el altar, había llegado a ser la base tanto del derecho civil como del penal, así como del internacional (Greek Religion, Harvard University Press, 1985).