Algunos leccionarios, copiados e iluminados en la Edad Media son verdaderas obras de arte.
Algunos leccionarios, copiados e iluminados en la Edad Media son verdaderas obras de arte.
En el XI siglo, en la época en que se desarrollaba la filosofía escolástica, se adquiere el hábito de copiar los pasajes bíblicos que parecen ser más importantes, esencialmente del Nuevo Testamento, luego seguidos con un comentario.
La Confesión de Augsburgo considera al Leccionario como "tradiciones humanas" y, por lo tanto, sujeto a crítica, adaptación o rechazo.
Hasta el Concilio Vaticano II, la mayoría de los cristianos en Occidente (católicos romanos, veterocatólicos, anglicanos, luteranos y metodistas que usaban el Leccionario preparado por Juan Wesley) utilizaban un Leccionario propio que se repetía anualmente.
El Leccionario Común Revisado (Common Revised Lectionary, RCL) es una colección de textos para el culto dominical elaborada en 1983 en los Estados Unidos por un comité ecuménico (la Consultation on Common Texts, en la que participan católicos y protestantes) y adoptada oficialmente por las principales denominaciones protestantes en países de habla inglesa.
También existe un leccionario para el culto diario (entre semana) en un ciclo bienal (años impares "I" y años pares "II"), dividido en tres volúmenes: Tiempos Fuertes, Tiempo Ordinario año par y Tiempo Ordinario año impar, siguiendo el siguiente orden:[5] Estas lecturas suelen ser más breves que las de los domingos.
En algunas iglesias, el Leccionario se lleva solemnemente al altar en una procesión dirigida por un lector.
Las iglesias (Ortodoxas orientales y Católica bizantina) que siguen el Rito bizantino proporcionan lecturas de Epístolas y Evangelios para la mayoría de los días del año, que se leen en la Liturgia divina.
Sin embargo, durante la Gran Cuaresma, no hay liturgias de lunes a viernes.
Este "salto" ocurre solo en las lecturas de los Evangelios (no hay nada equivalente en las Epístolas).
También hay lecturas del Antiguo Testamento llamadas "parábolas" (Paroemia), que se leen en las Vísperas de los días festivos.
Durante la Navidad y la Pascua, se agrega una cuarta lectura para el Culto vespertino.
Las lecturas alcanzan su punto culminante a medida que se acerca la Semana de la Crucifixión.