La Lapis Niger fue redescubierta a finales del siglo XIX por el arqueólogo italiano Giacomo Boni.
Los primeros escritos que se refieren a este lugar lo consideran como un suggestum donde los primeros reyes de Roma hablarían a la multitud en el Foro y al Senado.
Los dos altares son comunes en santuarios de todo el período romano más antiguo o finales del etrusco.
Hoy un toldo protege los antiguos restos hasta que se repare la cubierta, permitiendo al público ver el suggestum original por vez primera en 50 años.
[2] Desafortunadamente, la naturaleza de las cubiertas y las reparaciones en desarrollo hacen imposible ver el Lapis Niger, que queda varios metros por debajo.
Su descubrimiento tuvo una enorme relevancia como primera evidencia arqueológica de que realmente hubo reyes en Roma.
Muchos historiadores escépticos dudaban de que el "período monárquico" citado por las fuentes clásicas hubiese existido realmente.
Pero básicamente hay dos consagraciones sucesivas: un santuario de estilo tradicional, que fue arrasado y enterrado bajo lápidas de mármol negro en el curso del siglo I a. C., dando así al sitio una segunda consagración.
Por debajo, estaban los restos, datables en la primera mitad del siglo VI a. C.
La forma de las letras latino-etruscas y la escritura bustrofédica garantizan la gran antigüedad del monumento, superior, y quizá mucho, al año 500 a. C. En tiempos republicanos, los romanos ya no entendían ni la escritura ni la lengua.
Es posible incluso que Dionisio de Halicarnaso las creyese griegas, si se refiere a este cipo cuando escribe (II, 54): «Con los despojos dedicó (Rómulo) una cuadriga de bronce a Vulcano y allí al lado levantó su propia estatua y una estela en que enumeraba sus hazañas en una inscripción en letras griegas».
(Los números romanos representan las cuatro caras del cippus (pedestal) más el borde.
[9] Incluso aunque sea imposible conectar significativamente con el resto del texto, la mención del rex en este contexto sería significativa de cómo, en la época de la monarquía romana, el augurio se consideraba que pertenecía al rey: Cicerón en el mismo tratado afirma: "La adivinación, así como la sabiduría, era considerada regal".
La línea 12 podría según esto interpretarse como: [...uti augur/ rex ad...-]m iter pe[rficiat.
[14] Más aún, la forma original del latín clásico aluus, abdomen y también heces, como se atestigua aún en Catón el Viejo fue *aulos, que Max Niedermann sobre la base del lituano reconstruye como * au(e)los.
La h en quoihauelod denotaría un hiato como en ahēn(e)us, huhuic (esto es, bisílabo huic).
Dumézil luego propone la siguiente interpretación para las líneas 12-16: ... ne, descensa tunc iunctorum iumentoru]m cui aluo, nequ[eatur (operación religisa bajo maldición en el infinitivo pasivo) auspici]o iusto liquido.
Michael Grant, en su libro Roman Forum escribe: "La inscripción que se encuentra debajo del mármol negro... claramente representa un pedazo de ley ritual...
[17] Hoy en día se cree que el lugar donde se encuentra la Lapis Niger puede representar el Heroon, monumento fúnebre al fundador de la ciudad, protector de las antiguas asambleas del pueblo romano.
Es un pequeño espacio pavimentado por piedras negras y delimitado por placas de mármol hincadas verticalmente.
El Niger Lapis cubre restos arcaicos datables de la primera mitad del siglo VI a. C.[18]