Cuando este templo original fue destruido, Tulio Hostilio lo reconstruyó y le dio su nombre.La Curia Julia data del año 44 a. C. y recibe este nombre por haber sido construida por Julio César, quien sustituyó a la Curia Cornelia, reconstruida por Fausto Cornelio Sila para rediseñar el foro romano, reducir la prominencia del Senado y dejar limpio el espacio original del comitium.El sucesor de César, Octavio Augusto, terminó la obra en el año 29 a. C.[1] En su Res Gestae, Augusto escribe sobre el proyecto: «Yo construí la sede del Senado... con el poder del estado enteramente en mis manos por consenso universal, yo apagué las llamas de las guerras civiles, y luego renuncié a mi control, devolviendo la República a la autoridad del Senado y el Pueblo romano.En el pasado, la Curia Hostilia y el Comitium «estaban orientados a los puntos cardinales de la brújula, lo que podía haberlos hecho destacar especialmente y en cualquier caso resaltar oblicuamente del rectángulo del Foro que se formó a lo largo de los siglos».El poder reducido del Senado Romano durante el Periodo Imperial se refleja en la ubicación y orientación menos prominente de la Curia Julia.En 412, la Curia fue de nuevo restaurada, esta vez por el prefecto urbano, Flavio Annio Eucario Epifanio.Es esto lo que salvó al edificio del abandono y de la destrucción.Las transformaciones de la época medieval se eliminaron en la reconstrucción del edificio antiguo en los años treinta.[9] Los muros están desnudos, pero originalmente estaban chapados en mármol dos tercios de su altura.Representado en el suelo está la técnica artística romana de mármoles polícromos (opus sectile), en el que se cortan materiales y se encajan en paredes y suelos para formar imágenes de dibujos.Es descrito por Claridge como «rosetas estilizadas en cuadrados alternados con pares opuestos de cornucopias entrelazadas en rectángulos, todo trabajado en pórfido verde y rojo sobre el fondo de púrpura frigia y amarillo númida».Los senadores se sentaban a una y otra parte de la sala en las sillas curules dispuestas en tres gradas poco elevadas.Dos puertas encuadraban esta base y formaban un pequeño patio rodeado de columnas.En este patio hay hoy en día una base con la inscripción en honor de Aecio[8].En 384, Símaco pidió de nuevo al emperador Valentiniano II que eliminara estas medidas,[16] en vano pues Ambrosio de Milán, que tenía gran influencia sobre el emperador refutó sus argumentos.En 393, Eugenio, cristiano pero moderado, hizo reinstalar el altar de la Victoria por última vez.