No obstante, las aguas reaparecían tercamente cada vez que se producían fuertes lluvias, y la zona conservó, a pesar de la intensa transformación experimentada, una notable riqueza de flora y condiciones adecuadas para seguir alojando una interesante fauna acuática.
Las tierras obtenidas con la desecación del lago se repartieron entre la gente que había construido la acequia.
También hay otros hábitats que no son propios de zonas húmedas, como prados mediterráneos ricos en anuales, basófilos , alcornocales, encinares y carrascales y pinares mediterráneos.
Además, hay, lógicamente, las arboledas de cultivo, omnipresentes, así como fragmentos de hábitats naturales no ligados a las zonas húmedas, como pinares de pino rodeno y pino piñonero, encinares, matorrales silicícolas, etc.[3] En cuanto a la fauna, destacan las aves acuáticas.
Crían, por ejemplo, varias especies de patos (Anas platyrhynchos, A. crecca, A. querquedula, A. clypeata), zampullín chico (Tachybaptus ruficollis), avetorillo común (Ixobrychus minutus) y rascón (Rallus aquaticus).