En estado natural los alcornoques desarrollan bosques, pero lo más habitual en el paisaje humanizado es la configuración denominada dehesa, o bosque aclarado, en la que se optimiza su rendimiento económico (extracción del corcho y asociación con la ganadería, especialmente la porcina, e incluso con la agricultura si se le da espacio suficiente).
La especie predominante es el alcornoque, (Quercus suber) parecido a la encina pero con un tronco más grueso, que tiene una capa de corcho y con las hojas más claras, con un follaje menos denso y de color más claro, por tanto, la insolación que recibe es mayor; ello da lugar a un microclima bastante diferente.
No se asienta nunca sobre sustratos calizos (calcífuga), es menos resistente al frío por lo que su área se mantiene más al sur y necesita más humedad.
Si la pluviosidad anual supera los 500 mm, este árbol se expande por las solanas sobrepasando los 1.000 m de altitud.
Los alcornoques, no muy altos, alcanzan un extraordinario grosor; se conocen algunos con 7 m de diámetro a un metro del suelo.