Novela española de posguerra

[1]​[2]​ Gonzalo Sobejano, reuniendo en un solo listado lo producido dentro y fuera de España, recoge autores como Ramón J. Sender, Max Aub, Francisco Ayala, Camilo José Cela, Ignacio Agustí, Gonzalo Torrente Ballester, Carmen Laforet, Miguel Delibes, Luis Romero Pérez, Elena Quiroga, Alejandro Núñez Alonso, Ricardo Fernández de la Reguera, José Luis Castillo-Puche, Ángel María de Lera, Tomás Salvador, Enrique Azcoaga, Ana María Matute, Rafael Sánchez Ferlosio, Mario Lacruz, Jesús Fernández Santos, Juan Goytisolo o Ignacio Aldecoa, entre otros.

La componen, a partir de 1953,[20]​ la ciencia ficción escrita por autores como Pascual Enguídanos, con la serie Saga de los Aznar o José Mallorquí,[21]​ y dos grandes ejemplos de lo que Juan Pablo Fusi llama «literatura de quiosco», léase la novelita rosa y la del oeste, entre cuyos autores el propio Fusi destaca a Corín Tellado, Lafuente Estefanía o el ya citado José Mallorquí.

[6]​ En concreto, a las novelitas rosa —género del cual Corín Tellado fue considerada «la reina» en España[22]​ y buena parte de ellas inscribibles en la ideología falangista instaurada con la dictadura—[23]​ Martín Gaite las llegó a describir como «máquinas trituradoras del intelecto del lector»;[23]​[24]​ entre autoras que cultivaron este género, Andreu destaca a Carmen de Icaza y las hermanas Luisa-María y Concha Linares Becerra,[23]​ a las que Montejo Gurruchaga suma nombres como los de Julia Maura, María de las Nieves Grajales, Pilar Molina, María Teresa Sesé, Luisa Alberca, Ángeles Villarta, Mercedes Formica y Mari Luz Morales.

[30]​ En el marco de dicha narrativa catalana tuvieron importancia los premios de novela Joanot Martorell y Sant Jordi —sucesor del primero—,[29]​ con la presencia de señalados autores: Maria Aurèlia Capmany,[31]​[a]​Josep Pla, Antoni Mus, Salvador Espriu, Agustí Bartra, Merce Rodoreda,[29]​ Josep Maria Espinas, Estanislau Torres, Víctor Mora, Joaquim Carbó, Concepció González Maluquer, Baltasar Porcel, Maria Beneyto i Cuñat, Robert Saladrigas o Guillem Frontera,[32]​ muchos de ellos con su obra novelística iniciada ya en los años 60.

La concepción estilística en principio sigue anclada en fórmulas decimonónicas y las piezas de ambiente urbano escasean frente a los ejemplos rurales más tradicionales.

Juan Antonio Irazusta (1884-1952) publica en 1950 Bizia garratza da (La vida es áspera), sobre la emigración y el exilio.

También hubo, en 1968, un Nadal para Cunqueiro, el más joven de los tres 'iniciados' y el más cercano al régimen, que empezó publicando poesía en su lengua materna y, tras la contienda escribió un puñado de novelas eruditas, singulares, fabulosas y bilíngues, siguiendo su propia consigna: "el hombre precisa, en primer lugar, como quien bebe agua, beber sueños".

Al inicio de la siguiente década ya se empieza a jugar con el término Nova Narrativa Galega en torno a autores de ambos sexos: Xohana Torres, María Xosé Queizán, Méndez Ferrín, Gonzalo Mourullo, Carlos Casares, a los que en esa pronto se añadirán los de Alfredo Conde, Paco Martín, Fernández Ferreiro o Xavier Alcalá.