En la Antigua Roma, todas las mujeres que nacían libres eran ciudadanas (cives),[a] pero no podían votar ni ocupar cargos públicos.
Se esperaba que una niña aristocrática fuera virgen en el momento del matrimonio como su corta edad podía indicar.
[23] Una hija podría rechazar legítimamente un compromiso hecho por sus padres solo demostrando que el futuro marido tenía mal carácter.
Sin embargo, en época imperial, los niños podían hacer a veces que el nombre familiar de su madre fuera parte del suyo o incluso adoptarlo en su lugar.
Un testamento que dispusiera lo contrario o emancipara a cualquier miembro de la familia sin el debido proceso legal podía ser impugnado.
[24] Este matrimonio cum manu significaba que la mujer estaba subyugada por su marido; pero esta práctica estaba en desuso en el siglo I d. C. reemplazada por el matrimonio libre, sine manu, que no daba ningún derecho al marido sobre su esposa o no producía ningún cambio en la situación de la mujer.
Esto difiere de la costumbre ateniense del matrimonio concertado y las esposas secuestradas que no podían caminar por las calles sin escolta.
El tipo de matrimonio conocido como cum manu era la norma en la República temprana, pero progresivamente se volvió menos frecuente.
[52] Sin embargo, mientras que las circunstancias del divorcio podían ser vergonzosas o embarazosas y continuar casado con la misma persona toda la vida era lo ideal, en general no hubo desaprobación a los nuevos matrimonios.
[55] La concubina estaba definida por el derecho romano como la mujer que vive y mantiene relaciones con un hombre sin ser su esposa.
El Derecho Romano clásico no permitía ningún abuso doméstico del marido a su esposa;[60] pero, como cualquier otro delito, se puede suponer que las leyes contra la violencia de género fallaban en prevenirlo.
Cuando Ovidio fue desterrado por Augusto el año 8, su esposa explotó los contactos sociales y las maniobras legales para mantener las propiedades familiares de las que dependía su sustento.
[84] Dado que las mujeres tenían derecho a la propiedad, podrían participar en las mismas transacciones comerciales y prácticas de gestión como cualquier propietario.
Al igual que sus homólogos masculinos, su gestión de los esclavos parece haber variado desde la relativa preocupación a la indiferencia y el abuso total.
Durante la primera guerra servil, Megalis y su marido Damófilo fueron asesinados por sus esclavos debido a la brutalidad con que los trataban, pero su hija fue perdonada por su bondad; además le concedieron la salida segura de Sicilia con una escolta armada.
La mayoría de los romanos pobres, tanto hombres como mujeres, jóvenes o viejos, se ganaban la vida mediante su propio trabajo.
[94] Apiano informó del heroísmo de algunas esposas al salvar a sus maridos durante las guerras civiles en las que terminó la República.
Sin embargo, desde los años 1980 se ha venido sugiriendo que las esposas e hijos de los centuriones vivían con ellos en los fuertes fronterizos y provinciales.
En la columna de Trajano están representadas entre los soldados seis mujeres que asisten a aquellos en los sacrificios ofrecidos durante una ceremonia militar religiosa.
En la arcaica sociedad romana, estas sacerdotisas eran las únicas mujeres que no necesitaban estar bajo la tutela legal de un hombre: en su lugar, respondían solo y directamente ante el pontífice máximo.
[111] Las vestales parece que conservaron sus distinciones sociales y religiosas hasta el siglo IV d. C., cuando los emperadores cristianos disolvieron la orden.
Los romanos eran desconfiados con las prácticas religiosas secretas; Cicerón [123] advirtió de que los sacrificios nocturnos no fueran llevados a cabo por mujeres, excepto en aquellos ritos prescritos pro populo (es decir, en nombre del pueblo o por el bien público).
[130] Pasaban mucho tiempo arreglándose el cabello y a menudo se lo teñían de negro, rojo o rubio.
[133] Las más adineradas lucían joyas (esmeraldas, aguamarinas, ópalos, perlas) como pendientes, collares, anillos que, en ocasiones, iban cosidos a la ropa o los zapatos.
Las romanas, a juicio de Catón, habían demostrado con demasiada claridad que sus deseos una vez corrompidos no conocían límites y debían ser refrenados.
Más tarde, en el año 42 a. C., dirigidas por Hortensia, las mujeres romanas protestaron con éxito contra las leyes destinadas a gravarlas, argumentando que no había impuestos sin representación.
[145] Durante la República tardía los castigos por causas sexuales apenas se hicieron cumplir; surgió un nuevo ideal erótico de relaciones románticas.
Equilibrar los alimentos, el ejercicio y la actividad sexual se llegó a considerar como una opción que las mujeres deberían hacer.
Para promover una buena salud, Sorano recomienda jugar a la pelota, nadar, caminar, leer en voz alta, montar en vehículos y viajar por diversión.
Una liberta podría tener ventajas en formación y habilidad frente a una mujer nacida en una familia libre de trabajadores pobres.