La jetée (en francés: 'el muelle') es un cortometraje experimental frances del género de ciencia ficción dirigido por Chris Marker y estrenado en 1962.
El hilo narrativo está conducido por una voz en off y una banda sonora que otorgan al conjunto un elevado tono poético.
La Tercera Guerra Mundial ha arrasado la superficie terrestre y, para evitar los efectos de la radiactividad, la población que ha sobrevivido se refugia en el subsuelo.
En las galerías subterráneas del palacio de Chaillot, en París, un grupo de científicos del bando vencedor investiga los viajes a través del tiempo como último recurso para obtener víveres, medicamentos y recursos tecnológicos, ya que el espacio les está vedado debido a la radiación.
Deciden buscar entre los prisioneros aquellos que sean más capaces de evocar imágenes mentales poderosas, y para ello comienzan a vigilar sus sueños.
A diferencia de sujetos anteriores, este prisionero resiste las primeras sesiones.
En el decimosexto, aparece en la terminal y ve a una chica que le sonríe desde un automóvil.
Se encuentra un planeta completamente nuevo, un París reconstruido, con miles de avenidas incomprensibles.
Para ellos, lo que propone ese hombre no es sino una falacia disfrazada del Destino, así que le hacen entrega de una «unidad de energía» lo suficientemente potente como para reactivar toda la industria humana y, acto seguido, dejar selladas para siempre las puertas del futuro.
Sin embargo, él les propone algo diferente: en lugar de instalarse en este futuro «ya sin guerras» que le proponen, él prefiere volver al mundo prebélico de su infancia y al de esta mujer que, acaso, le está esperando.
Ellos aceptan, y así se encuentra otra vez en la terminal en esa cálida tarde de domingo en la que ahora sí podría quedarse.
Es entonces cuando reconoce al torturador principal (Pierre Joffroy), que le había seguido desde las galerías subterráneas para ejecutarlo.