Este barrio cuenta con varios parques públicos, lo que conforma uno de los más importantes pulmones verdes del ámbito porteño.
En 1873 se inaugura el “Trencito de la Basura” que en siete viajes diarios llevaba las basuras de la ciudad, por lo que hoy es la calle Oruro, hasta detrás del Camino al Puente Alsina, donde se realizaba la quema.
[4][5] Parque Patricios se caracteriza por galpones, fábricas y depósitos,[cita requerida] que son sustituidos por modernos edificios de oficinas[6] En el año 2020 comenzó la mundanza al barrio del Archivo General de la Nación (AGN); ocupará el corazón del barrio en un moderno edificio diseñado durante la presidencia de Fernández.
En el 135 de la calle Pepirí, podemos ubicar el predio Polideportivo Parque Patricios, un espacio que brinda a la comunidad diversas actividades deportivas y recreativas con el objetivo de iniciarse, desarrollarse y formarse en diversos deportes; esto genera un espacio de inclusión y equidad para todos los vecinos del barrio.
En lo que fue la quinta del geólogo Francisco Pascasio Moreno (“Perito Moreno” en la jerga local), un predio de hectárea y media aproximadamente, se yergue desde su inauguración en 1929 el Instituto Félix Fernando Bernasconi, que incluye cuatro escuelas primarias, una de coro y orquesta, dos museos, un salón de actos considerado el pequeño Teatro Colón, y dos piletas.
Importantes educadores ejercieron allí su oficio, entre quienes se destacó la tarea de la pedagoga Martha Salotti.
Existen como museos las casas donde vivieron Tomás Espora (Caseros 2530), héroe naval y primer oficial argentino en circunvalar el planeta, y Genaro Giacobini (Caseros 3071), creador del guardapolvo blanco escolar y promotor de la existencia del Ministerio de Salud Pública, que quedó en la memoria colectiva -según narraba el periodista Diego Lucero- por sus arengas socialistas en la tribuna del estadio, antes de los partidos de fútbol.
Gardel venía a ensayar con Guillermo Barbieri, mientras Enrique Santos Discépolo se hacía adolescente en el barrio; se cruzaba seguido con Homero Manzi, y ambos aprendían a escribir letras de tango de otros vecinos como José Rial, o mamaban la bohemia de Onofrio Pacenza o Facio Hebequer (artistas plásticos).