[3] Según los estudios del equipo HARPS-N, los cuerpos planetarios con masas inferiores a 6 M⊕ (especialmente aquellos con radios por debajo de los 1,6 R⊕), tienen una alta probabilidad de poseer una composición similar a la terrestre.
[5] Su baja temperatura superficial se debe a su posición en la zona habitable del sistema Kepler-62 (desplazada hacia el confín externo de la misma) y a las características de su estrella (clasificada como una enana naranja tipo K2V, con un 20 % de la luminosidad del Sol y un 30 % menos masiva).
Investigaciones recientes sugieren que una presión atmosférica tres veces mayor que la terrestre extendería el confín externo de la zona de habitabilidad en un 18 % y aumentaría sustancialmente la homogeneidad del clima del planeta.
El acoplamiento de marea es un fenómeno común en exoplanetas que orbitan a estrellas tipo M o K-tardío (enanas rojas y naranjas pequeñas) en su zona de habitabilidad.
[9] Este indicador, aunque no considera varios rasgos importantes de cara a la habitabilidad de un planeta (como la densidad y composición atmosférica, tipo estelar, etc.) y parte de un discutido principio antropocéntrico en el que las características terrestres serían las óptimas para la vida (existe una vertiente contraria que propone la existencia de planetas superhabitables),[10] se utiliza frecuentemente para catalogar a los planetas según su habitabilidad.