Se enroló joven en las milicias provinciales, ocupando también cargos en el cabildo de la ciudad.
Se pronunció contra la revolución de Juan Lavalle en Buenos Aires y le exigió que devolviera el gobierno a la legislatura.
Mientras este estaba ausente, los unitarios se rebelaron contra él, dirigidos por Juan Agustín Moyano.
Corvalán al frente del gobierno de Mendoza se dispuso a poner orden y terminar con las consecuencias que había dejado la batalla, crea una comisión encargada de juzgar y dictaminar las penas por robos, hurtos o violación que se cometieran en la provincia.
Para prevenir desórdenes que se pudieran cometer por las noches, el gobierno ordenó igualmente que todos los vecinos iluminaran sus casas, prohibió la apertura de las pulperías y venta de vino a los soldados, quedando obligados los pulperos a mantener con luz sus faroles.