Comenzó su carrera como profesor en diversas academias de su ciudad natal, para dedicarse, desde el año 1944, a la docencia universitaria en Valencia, Madrid y Estados Unidos.
Miguel Alborg Vilaplana lo inscribe en un seminario de jesuitas para cursar estudios clásicos.
Si bien abandonó la carrera eclesiástica, en 1939 regresó al mencionado colegio para ejercer como profesor de Filología Latina.
La producción del libro dio ocasión a sus primeros contactos epistolares con escritores como Miguel Delibes, Rafael Ferreres, José María Gironella, José Luis Castillo-Puche, Ana María Matute, Ramón J. Sender o Tomás Salvador.
Alrededor de 1950 se inician sus colaboraciones en prensa, con la publicación de artículos literarios en distintos periódicos como Las Provincias (Valencia) y El Alcázar, una actividad que se intensificó con su traslado a Madrid, allí escribe en El correo literario, Madrid, La Estafeta Literaria, Pueblo, Arriba, Índice y Ateneo.
Entre 1956 y 1961 participó en el espacio Tercer Programa de RNE, donde contaba con una sección en la que presentaba ensayos sobre autores extranjeros.