Tuvo una educación muy básica y se dedicó al comercio y al contrabando a través de la Cordillera de los Andes.
Adquirió fama en Chile y en la provincia de Mendoza como baqueano.
Hacia 1833 se presentó al general José Félix Aldao para incorporarse al ejército provincial, y éste lo hizo capitán de su escolta.
Allí reunió una fuerte milicia, mayoritariamente de chilenos, a quienes protegía aunque hubieran sido criminales; fue ascendido al grado de coronel.
Unos días después, Rodríguez fue fusilado en la plaza de San Rafael.