Relata cómo María Magdalena fue a la tumba de Jesús y la encontró vacía.Los acontecimientos relatados en Juan 20 se describen de forma algo diferente en Mateo 28, Marcos 16 y Lucas 24.[6] Hay varias incoherencias tanto dentro del capítulo como entre éste y el relato de la resurrección en los otros evangelios.[7][8] Sin embargo, los manuscritos antiguos que contienen el final de Juan 20 también contienen texto de Juan 21, por lo que no hay pruebas manuscritas concluyentes para esta teoría.El texto hace hincapié en que, aunque María Magdalena fue la primera en llegar al sepulcro, fueron Pedro y Juan los primeros en entrar y observar los detalles que sugieren la resurrección de Cristo.Así, el sepulcro vacío y los detalles que observaron Pedro y Juan son interpretados como signos visibles que indican la resurrección, pero aceptarla plenamente requiere un paso de fe.El evangelio enseña que Jesús se manifiesta a quienes le buscan de verdad.Jesús, como el Buen Pastor, llama a María por su nombre, y ella lo reconoce inmediatamente, respondiendo Rabbuni (Maestro), lo que evoca la imagen de las ovejas que reconocen la voz de su pastor.Finalmente, la expresión de Jesús Suéltame o No me retengas —en griego, noli me tenere— es interpretada como una instrucción a María Magdalena para que no trate de aferrarse a Él en ese momento.En este pasaje se reflexiona sobre la aparición de Jesús resucitado a sus discípulos, ocho días después, con un enfoque especial en la figura del apóstol Tomás.Esto abre la puerta a las generaciones futuras de cristianos, quienes, sin haber tenido una experiencia directa del Cristo resucitado, confían en los testimonios de los Apóstoles y los primeros testigos.En resumen, la conversión de Tomás ilustra que, aunque la duda puede formar parte del camino hacia la fe, el encuentro personal con Cristo transforma esa incertidumbre en una fe profunda y sincera.