Posteriormente ejerció como secretario del caudillo Facundo Quiroga, y fue asesinado junto al mismo.
En 1819, el Cabildo lo comisionó para entablar negociaciones con los caudillos del Litoral, aunque no llegó a cumplir su cometido, ya que el Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón se lo prohibió expresamente.
Días después, el invasor se alejó hacia San Juan, donde encontraría la muerte.
De regreso en San Luis, apoyó al nuevo gobernador, Prudencio Vidal Guiñazú, quien dedicó todo su gobierno a tratar de detener la invasión del general unitario José María Paz a su provincia.
Acompañó al riojano a Buenos Aires, y nuevamente en su campaña de regreso a Cuyo en 1831; no se detuvo en San Luis, sino que fue nombrado ministro de guerra en Mendoza, bajo el mandato los gobernadores Manuel Lemos y Pedro Nolasco Ortiz.
Terminada la guerra civil, con Paz prisionero y Lamadrid derrotado por tercera vez por Quiroga, renunció a su cargo de ministro y volvió a Buenos Aires en compañía de Quiroga.
Una hora más tarde, al llegar al paraje conocido como Barranca Yaco, un grupo dirigido por el capitán Santos Pérez interceptó la galera y asesinó a todos sus ocupantes y acompañantes.
El asesinato había sido ideado por los Reynafé para favorecer al caudillo santafesino Estanislao López, que competía con Quiroga por liderar el partido federal argentino.