Se le contrató para realizar varias esculturas para el Palacio de San Telmo de Sevilla.
Muy curioso es el retrato de la infantita María Cristina (Madrid, Museo del Romanticismo), nacida en 1854 y muerta a los tres días que aparece como dormida en su lecho, descrito en mármol con absoluto verismo.
Muchos trabajos le adscriben al Neoclasicismo como en la obra Sepulcro del general Espoz y Mina (Pamplona, Catedral), de 1855, que repite el de Vittorio Alfieri de Canova (Florencia, Santa Croce), lo que no le impide usar recursos plásticos propios del barroco como en San Jerónimo recostado sobre un peñasco, considerada su obra maestra y que realizó para el marqués de Molins en París.
Del mismo orden barroco son las esculturas realizadas para la iglesia de Santa María de Tolosa en Guipúzcoa que representan a San Ignacio de Loyola, San Antonio de Padua, San José y San Juan Bautista, realizadas entre 1847 y 1850.
El monumento está compuesto por el busto del General que está colocado delante de la intersección de dos cañones que forman una aspa y delante del busto una pirámide de artillería.