Echena fue, junto con Eduardo Zamacois, el primer artista vasco de proyección internacional, anterior en varias décadas a Ignacio Zuloaga.
Le interesaban artistas de éxito como Meissonier y Mariano Fortuny.
Empleaba para estos cuadros una pincelada suelta y menuda, al estilo preciosista, con un colorido vivo.
Para los grandes formatos, Echena seguía recetas de maestros antiguos como Giambattista Tiépolo y Mengs; normalmente, sintonizan menos con el gusto actual.
Echena abordó también el género del retrato (Retrato de Labayru) y diseñó una vidriera; tanto un boceto como el vitral definitivo se hallan en el Palacio Foral de San Sebastián.