Jean-Jacques Pillot

[1]​ Estudió en un seminario católico y fue ordenado sacerdote, pero antes de cumplir los treinta años abandonó los hábitos y a partir de entonces profesó un virulento ateísmo.

«La superstición consiste en atribuir a una causa misteriosa, llamada Suerte, Dios o de otro modo, los bienes o los males que sufrimos», escribió.

[3]​ Trabajó en La Tribune du Peuple, periódico del que llegó a ser el director, aunque sus ideas comunistas y ateas las difundió sobre todo por medio de folletos que alcanzaron un cierto éxito: El Código religioso o el Culto cristiano (1837), Historia de los Iguales o Medios para establecer la igualdad absoluta entre los hombres (1840), Ni castillos ni chozas, o estado de la cuestión social en 1840 (1840), o La Comunidad no es ya una utopía.

[4]​ Aunque se distingue de Cabet en que no cree posible describir cómo será la sociedad comunista futura, comparte con éste su utopismo en cuanto que está convencido de que se podría alcanzar la sociedad igualitaria si «todas las gentes sin excepción» trabajaran en su consecución, aunque también cree que aquella no se logrará sin lucha.

Y esa será precisamente la misión de los «comunistas»: preparar la revolución.