Regresó a Buenos Aires junto con el general José María Paz, pero se mantuvo alejado de la guerra civil.
Fue enviado al fuerte de Salto, donde se dedicó a la defensa contra los indígenas ranqueles.
Se unió en Tigre a las fuerzas del coronel Rolón, y participó en los pequeños combates que anticiparon la renuncia de Balcarce.
Se unió al sitio que el general Hilario Lagos le impuso a la capital desde diciembre de 1852 hasta julio del año siguiente.
Le tocó presidir el consejo de guerra que enjuició al coronel Pedro Rosas y Belgrano y lo condenó a muerte, pena que no se cumplió.
Al ser levantado el sitio se retiró a Entre Ríos, donde fue puesto al mando del regimiento Estrella, asignado a la escolta del presidente, y modelo oficial de disciplina para las demás unidades del Ejército de la Confederación Argentina.
Posiblemente haya regresado a Buenos Aires durante la rebelión jordanista de 1870.