Consiste en dirigir y rebotar luz hacia un objeto con la intención de que ésta pueda ser registrada por una película, un sensor electrónico CCD o CMOS.
La luz resulta fundamental en la fotografía ya que sin ella no es posible plasmar una imagen.
Aparte de ser un factor físico imprescindible en el proceso fotográfico, la luz posee una función plástica de expresión y modelado que confiere un significado y un carácter tal, que muchas veces ella sola determina la calidad de una fotografía, aunque esto depende del gusto del fotógrafo y la técnica que emplee.
Su primer uso data de 1864, pero su precio prohibitivo le impidió generalizarse hasta pasada una década.
Para evitar que estallasen, la presión del oxígeno de su interior era inferior a 1 atmósfera.
La luz es la parte de la radiación electromagnética que puede ser percibida por el ojo humano.
La sombra que forma un objeto opaco se puede dividir en tres zonas bien diferenciadas según la física: la umbra, que es la parte más oscura y recóndita de una sombra, donde la fuente de luz es completamente bloqueada.
Muchos artistas contemporáneos utilizan este efecto, como el galardonado fotógrafo americano Ray Metzker.
[4] Otra aplicación de las sombras en la fotografía es el juego con siluetas, cuando el objeto se coloca a contraluz.
Cuando se fotografía la luz atravesando objetos como ramas de un árbol o nubes, es posible ver rayos crepusculares.
Los montajes en posproducción con Photoshop se utilizan para hacer que la sombra sea «independiente» al objeto.
Cualquier objeto capaz de emitir luz puede ser usado para iluminar una escena.
Los paraguas se unen al flash o foco con una varilla y las softboxes con un Anillo de velocidad.
Aprender a utilizar correctamente todos los dispositivos y aparatos en la iluminación fotográfica requiere un gran conocimiento por parte del usuario.
De esta forma la luz rebota en la pared o el techo y ofrece más matices en el cuerpo del sujeto.
[11] No obstante, para realizar esta técnica se requiere un flash externo potente, de NG 40 mínimo.
[12] Otra técnica con la que se puede jugar con la luz es la «segunda cortinilla» (del inglés, second-curtain flash).
La primera se abre para dejar que la luz llegue al sensor y la segunda lo tapa.
Por lo general, los flashes (internos y externos) están configurados para disparar la luz en el momento en el que baja la primera cortinilla.
De esta forma, lo que llega al sensor es el sujeto ya iluminado por el flash.
Las moléculas del aire dispersan parte de la luz, sobre todo las radiaciones más cortas y por ello vemos el cielo azul.
Al atardecer, el sol debe atravesar una capa más gruesa de aire; El extremo rojo del espectro es el que sufre una mayor refracción, y, por tanto, los atardeceres son rojizos.
[15] Variando la posición de la fuente, pueden resaltarse los detalles principales y ocultarse los que no interesen.
En esta iluminación la fuente de luz se ubica arriba del objeto a fotografiar.
Generalmente no se realiza de manera artificial en estudios, sino para exteriores, utilizando luz natural del mediodía.
La imagen que produce presenta zonas con iluminación sumamente clara y sombras verticales muy marcadas.
[16] La luz solar del mediodía o un flash sin difusor son ejemplos de luces duras.
En este caso, hay una única fuente de luz principal que ilumina al sujeto desde arriba y ocasionalmente en lateral.
Crea tensión en la Imagen, da la impresión de deformar al sujeto o incluso fantasmagórico.
Son un total de once zonas y el sistema ha permanecido vigente hasta hoy día sin modificaciones.