Así el texto traducido por Tomás Calleja al castellano indica que la reina cederá a la Mesa Obispal "solares, con sus términos, con sus prados, con sus pastos, con sus montes, con sus fuentes, con sus molinos, con sus pesqueras, con sus árboles frutales y estériles, con sus entradas y salidas..."[2] Ese aprovechamiento histórico de regadío tradicional queda ratificado en distintas ordenanzas que marcarían el gobierno de la comunidad de regantes, con sus estatutos y normas.
Posiblemente en aquel entonces existieran también variantes de ciruelas o manzanas que se conservan en la actualidad.
[6] Antonio Vegas, en su Diccionario geográfico universal (1795), indica que entre los productos de la tierra que se obtienen en este pueblo segoviano están trigo, frutas y legumbres.
[12] En el siglo XX, además se puede documentar la coliflor como cultivo existente de la localidad.
[13] En la revista Temas de Castilla y León, se menciona dentro del menú de Navidad, junto al capón, al repollo cultivado en las huertas de Caballar «donde las heladas caídas durante los prolegómenos invernales le dan una tersura y sabor exquisito».
Las huertas de Caballar se encuentran en los valles kársticos trazados por dos arroyos que de sureste a noroeste cruzan el término municipal con dirección al Valle del Duero.
Ambos trazados se unen a la altura del pueblo, conformando más superficie de huerta y dando cabida a la dehesa boyal de la localidad.
Este hecho, junto con la presencia de agua y terrenos fértiles, favorece la vegetación exuberante.
Quedan huertas que presentan los árboles diseminados, aunque la gran mayoría dejan el espacio arbolado junto a las paredes para aprovechar al máximo el terreno cultivable.
He aquí una selección: Valdesegovia (en el camino a Segovia), Santa Catalina, San Frutos, Fuente Santa, Huerta de Don Antonio, Molinillos, El Poval, La Raíz, Las Pozas.