Huelgas en Uruguay

Dos años más tarde hubo conflictos con detención del trabajo en Paysandú (obreros portuarios) y en Montevideo (empleados de los hospitales).

En 1895 el movimiento sindical ya se mostraba muy activo, y hubo huelgas en la industria del calzado, en la construcción y en el transporte, gremio éste que se mantuvo en conflicto durante todo el año siguiente.

Este conflicto afectó a todas las publicaciones, pero fue El Día, el diario batllista por excelencia, el más duro en la condena; como consecuencia de ello los canillitas decretaron un boicot contra El Día y fueron drásticamente reprimidos, pese a que en su mayoría eran menores de edad.

Las huelgas fueron duramente reprimidas, con numerosos dirigentes presos y disolución de entidades gremiales.

Esto motivó otro paro general de 24 horas, pero el movimiento sindical, dividido por razones políticas, no logró generar una oposición laboral efectiva a la presión del Consejo Nacional de Gobierno.

El amplio respaldo social que, al menos en el plano estrictamente sindical, recibió esta política se debió en buena medida a la profundización de las dificultades económicas.

En noviembre de 1967 el presidente Óscar Gestido afrontó una fuerte agitación sindical que, una vez más, se reprimió echando mano a las Medidas.

Tuvo, desde luego, un carácter definidamente político; duró 15 tensos días, en medio de los cuales hubo una manifestación anti golpista el 9 de julio (que fue reprimida con violencia) y se mantuvieron estériles diálogos con los jerarcas del nuevo gobierno.

Durante el largo período autoritario la actividad sindical fue muy restringida; recién en 1983 volvió a celebrarse el 1° de mayo, en un acto multitudinario organizado por una central llamada PIT (Plenario Intersindical de Trabajadores), que tras la restauración democrática pasó a llamarse PIT-CNT.

Las tensiones acumuladas durante 12 años de dictadura dieron lugar a una oleada de reivindicaciones y conflictos laborales en 1985 – 1986, que luego amainó considerablemente, aunque la central obrera jamás perdió su identidad y su fuerza habituales en sus reivindicaciones.