A las pocas horas de declararse el golpe, el sindicato de izquierdas Convención Nacional de Trabajadores (CNT) convocó una huelga general.
Se producen ocupaciones de fábricas en todo el país y cierran numerosos puertos, bancos y comercios.
[1][2] La huelga duró 15 días y terminó con la mayoría de los líderes sindicales en la cárcel, muertos o exiliados a Argentina.
[3] Como parte del golpe, todas las asociaciones, incluidos los sindicatos, fueron declaradas ilegales y prohibidas.
[3] Los sindicatos y los partidos políticos siguieron siendo ilegales hasta que una huelga general en 1984 obligó a los militares a aceptar el gobierno civil y la restauración de la democracia en 1985.