Sin embargo, el Directorio consideró que dicha propuesta implicaba una escultura de dimensiones muy pequeñas, y que era demasiado figurativo y personalizado.
Así, el segundo concurso volvió a quedar desierto, y en noviembre de 1957, se designó el proyecto directamente al destacado escultor chileno Samuel Román Rojas, con un plazo de un año para desarrollar la propuesta.
[4] El cuerpo corresponde a la fisonomía de un hombre erguido de contextura atlética, que sostiene en sus manos una larga espada que llega hasta el suelo, y cuya empuñadura, a la altura de su pecho, asemeja una antorcha que simboliza la llama del saber.
Este cuerpo representa el de Enrique Molina, carente de rostro para homenajear al mismo tiempo tanto a quienes lo secundarían en esta tarea, así como a los demás fundadores.
[1] Por otro lado, los pliegues abiertos y traslúcidos en forma de espiral que rodean a la figura asemejan al mismo tiempo una capa al viento, una armadura y el aura del individuo,[2] cuya finalidad simbólica es representar el permanente trabajo de la universidad, y cuya finalidad estética es imprimir en la obra completa una sensación de elevación y liviandad.