Historia de Santander

Su historia se forja desde la segunda mitad del siglo I a. C., año 26, siendo la razón de su existencia el puerto y su tráfico comercial, como acreditan sus primeros restos arqueológicos pertenecientes a la época del Alto Imperio romano.

No obstante, la fisonomía de la ciudad y el puerto medieval o moderno es casi irreconocible en la actualidad.

[1]​ Establecer el origen de los primeros asentamientos humanos en la actual Santander resulta complejo dados los pocos datos escritos y arqueológicos.

Según la leyenda, las cabezas de San Emeterio y San Celedonio, mártires decapitados en Calahorra por no confesar su fe católica en el s. III, fueron transportadas en una barca de piedra para proteger ambas reliquias del avance musulmán.

El monasterio existente en dicho lugar los tomó como patronos, colocando sus efigies en el escudo de la iglesia.

Del nombre de San Emeterio, mártir del siglo III, consideran los filólogos que procede el nombre actual de Santander (Sancti Emetherii > Sancti Emderii > Sanct Endere > Santendere > Santanderio > Santander es la secuencia generalmente aceptada).

La Puebla Vieja, más antigua, sobre el cerro de Somorrostro que dominaba la ciudad de cara a la bahía, incluía el castillo, la Abadía de los Cuerpos Santos y los locales dedicados a la artesanía y al comercio, establecidos en dos calles principales, la Rúa Mayor y la Rúa Menor o Carnicerías viejas.

La ruina y el despoblamiento no empezarían a aliviarse hasta tres siglos después.

En 1748, la posición preeminente se consolida con la orden real de construir el llamado camino de las lanas, que uniría Burgos y Santander, lo que convertiría el puerto en centro del comercio del norte.

Este desarrollo económico trajo consigo la formación de una clase burguesa comerciante que iría consiguiendo sucesivamente la regulación administrativa del territorio, primero como Provincia Marítima (1816), y después como provincia de Santander, en (1833).

Este auge económico hizo florecer una burguesía mercantil que, desde mediados del siglo XVIII a finales del XIX, impulsa el desarrollo urbano de la ciudad con el Ensanche de Santander (que amplía la ciudad hacia el Este en 2.690 metros cuadrados).

La normativa sobre mercancías peligrosas venía siendo incumplida sistemáticamente por autoridades y fletadores.

Se destruyó también la única bomba de agua con la que contaba la ciudad.

En la zona afectada por el incendio se construyeron aproximadamente la mitad de viviendas populares que las que se destinaron a residencia burguesa, fenómeno claramente ilustrativo de la nueva dimensión social y funcional que se logró imponer en esta área central y, por tanto, de gran valor en el conjunto urbano.

Así pues, el incendio y la posterior reconstrucción del centro trajeron consigo dos consecuencias claves para la actual ciudad de Santander.

Por un lado, se produjo una profunda transformación tanto morfológica como funcional del espacio urbano central que supuso un proceso de renovación urbana anterior al de otras ciudades españolas.

Santander vista por Joris Hoefnagel a finales del siglo XVI . Este grabado es la imagen más antigua existente de la ciudad. Se sabe que Hoefnagel no estuvo en la por entonces villa y que lo hizo a partir de otras fuentes para su obra Civilates orbis terrarum ( Las ciudades del mundo ) de 1572.
Catedral de Santander , núcleo del asentamiento romano original.
Restos arqueológicos hallados en la Plaza Porticada de la antigua muralla del siglo XIII y de su Puerta del Mar, que comunicaba el puerto con la zona interior de la ciudad y por el que circulaba un trasiego de personas y mercancías.
Conjunto escultórico de Los Raqueros .
Antiguo Mercado del Este . Construido entre 1839 y 1842. Tras su total demolición y reconstrucción (ambas polémicas), actualmente alberga comercios y exposiciones.
El Cabo Machichaco ardiendo atracado en el muelle.
La catedral de Santander tras el incendio de 1941.
A los restos arqueológicos de la ciudad primigenia se superponen edificios más modernos en un espacio profundamente urbanizado y en constante evolución, como es la Plaza Porticada. En la imagen vestigios de la antigua muralla de la ciudad junto con canalizaciones y los restos de un baño público anteriores al incendio de 1941 .
Palacio de Festivales, junto a la bahía .
Inaugurado en 1904, el Mercado de La Esperanza es una muestra de arquitectura modernista de los arquitectos Eduardo Reynals y Juan Moya.
El estanque del Parque Atlántico de las Llamas en primer término, y de fondo la Facultad de Telecomunicaciones de la Universidad de Cantabria .
Vista aérea de las estaciones de ferrocarriles de Santander. Está en proyecto la unificación, soterramiento y rehabilitación de las estaciones.